Jesus Vs Buda

Hay en el libro una comparación entre las religiones, que creo que ha profundizado luego en otras obras, y sobre lo que es Jesus vs Buda.

Siempre digo que yo no soy zen y que me molesta un poco eso de mantenerte siempre tan high, como que nada te afectara en los absoluto y siempre deseando todo el bien para todos, y tu siempre bien... siempre feliz, un estado permanente de que no te afecten las cosas que te pasan ni te rodean sin sentimientos negativos en ti...

Me parece a mi tan falso en lo personal...

Y Jung lo critica, es primera vez que leo alguien criticando ese estado de zen que me irrita a mi en lo personal...

Realmente amo a Jung por eso...

No es que yo sea partidaria de una u otra religión... si no que a mi en particular ese estado de siempre positivismo calmo, fuera de todo sentimiento fuerte me molesta...

Yo no soy Zen...

Y Carl Jung dice :


"Lo que me preocupaba principalmente en la India era
la cuestión de la naturaleza psicológica del mal. Me impresionaba
cómo es asimilado este problema por la vida
espiritual india y adquirí allí una nueva concepción de
ella. También en conversaciones con chinos instruidos me
ha impresionado siempre que es enteramente posible asimilar
el denominado «mal» sin por ello «perder la cara».
No sucede así entre nosotros en occidente. Para el oriental
el problema moral no parece figurar en primer lugar como
entre nosotros. Lo bueno y lo malo están contenidos lógicamente
en la naturaleza y en el fondo sólo son graduales
diferencias a una misma cosa.
Me impresionó profundamente el ver que la espiritualidad
india tiene tanto de bueno como de malo. El cristiano
aspira al bien y queda a merced del mal; el indio, por el
contrario, se siente al margen del bien y del mal o busca
alcanzar este estado mediante la meditación o el yoga. Sin
embargo, aquí surge mi objeción: en una actitud de este
tipo ni el bien ni el mal tienen contorno propio y esto
causa una cierta tranquilidad. No se cree del todo en el
bien ni se cree del todo en el mal. A lo sumo representa mi

bien o mi mal, lo que a mí me parece bueno o malo. Se
podría decir paradójicamente que la espiritualidad india está
desprovista tanto del bien como del mal, o que se halla tan
abrumada por los antagonismos que necesita del nirvana
para conseguir la liberación de lo contradictorio y de las diez
mil cosas más.
El objetivo del indio no es la perfección moral, sino el
estado de nirvana. Quiere liberarse de la naturaleza y, por
consiguiente, quiere alcanzar en la meditación el estado de
indiferencia y de vacío. Yo, por el contrario, quiero perseverar
en la concepción viva de la naturaleza y de las imágenes
psíquicas. No deseo ni liberarme de los hombres, ni de
mí, ni de la naturaleza, pues todo ello constituye para mí
prodigios indescriptibles. La naturaleza, el alma y la vida se
me muestran como la divinidad manifestándose. ¿Qué otra
cosa podría imaginarme? El supremo sentido del ser no
puede consistir para mí sino en que es y no en que no es o
deja de ser.
Para mí no existe liberación a tout prix. No puedo liberarme
de nada que no posea o no haya experimentado o
realizado todavía. La liberación verdadera será sólo posible
cuando haya hecho lo que podía hacer, cuando me haya
dedicado completamente o tomado parte totalmente. Si
prescindo de mi participación, amputo en cierto sentido la
parte correspondiente de mi alma. Puede naturalmente
suceder que esta participación me resulte demasiado difícil,
y existan buenas razones por las cuales yo no pueda
dedicarme plenamente. Pero entonces me siento forzado al
reconocimiento del non possumus γ a admirar que quizás
prescindo de algo esencial y no he llevado a cabo tarea
alguna. Un conocimiento de este tipo sobre mi insuficiencia
sustituye la carencia de hechos positivos.
Un hombre que no haya pasado por el infierno de sus
pasiones no las habrá dominado todavía. Las pasiones se
encuentran entonces en la casa contigua y, sin que él lo advierta,
puede surgir una llama y pasar a su propia casa. En
cuanto uno se abandona demasiado, se posterga o casi se

olvida, existe la posibilidad y el peligro de que lo abandonado
o pospuesto vuelva con redoblada fuerza."



Luego dice

"También Cristo es —como Buda— una encarnación
del individuo, pero en otro sentido totalmente distinto.
Ambos son vencedores del mundo: Buda es, por así decirlo,
la comprensión racional, Cristo se convierte en víctima
del destino. En el cristianismo se padece más, en el budismo
se ve y se hace. Ambos son correctos, pero en el senti-

do indio Buda es el hombre más perfecto. Es una personalidad
histórica y por ello más fácilmente comprensible
para los hombres. Cristo es hombre histórico y Dios y por
ello más difícilmente concebible. En el fondo, tampoco Él
se comprendió a sí mismo; sólo sabía que debía sacrificarse
tal como le fue ordenado desde su interior. Su sacrificio
le fue impuesto como un destino. Buda actuaba por convicción.
Vivió su vida y murió anciano. Cristo probablemente
sólo actuó muy poco tiempo como tal.6
Posteriormente sucedió lo mismo en el budismo que
en el cristianismo: Buda se convirtió en imago del devenir
mismo, que se toma por modelo, mientras que él mismo
anunció que mediante la superación de la cadena Nidâna
cada hombre en particular puede llegar a ser el iluminado,
el Buda. De modo parecido sucede con el cristianismo:
Cristo es el prototipo que en todo cristiano vive como
personalidad total. La evolución histórica condujo, sin
embargo, a la imitatio Christi, en la que el individuo no
sigue su propio y fatal camino hacia la totalidad, sino que
busca imitar el camino que Cristo siguió. Del mismo
modo, en oriente se llegó a una imitación de Buda. Se
convirtió en imitado prototipo y de este modo la debilidad
de su pensamiento se manifestó, del mismo modo que en
la imitatio Christi la funesta inactividad es presupuesta en
la evolución de la idea cristiana. Al igual que Buda por su
comprensión misma es superior a los dioses Brahma, así
Cristo grita a los judíos: «Vosotros sois dioses» (San Juan,
10, 34) y no fue escuchado a causa de la incompetencia de
los hombres. Y por ello el mundo occi-

dental, llamado «cristiano», se acerca a pasos de gigante a
la posibilidad de destruir un mundo, en lugar de crear uno
nuevo.7


6. En posteriores observaciones, Jung confrontó Buda y Cristo en su actitud
frente al sufrimiento. Cristo reconoce en el sufrimiento un valor positivo,
y como víctima es más humano y real que Buda. Buda se opuso al sufrimiento,
pero con ello también a la alegría. Estaba al margen de las emociones y sentimientos
y por ello no fue realmente humano. En los evangelios, Cristo es
descrito de tal modo que no puede comprenderse más que como hombre-Dios,
a pesar de que en realidad nunca dejó de ser hombre, mientras que Buda, ya en
vida, se elevó por encima del ser humano. A. J-

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